Hoy recordamos la partida de Luis Pérez Aguirre, quien en 1981 junto a Adolfo Amexeiras, Marta Delgado, Juan José Mosca, Jorge Osorio y Josefina Plá – entre otros – fundan la sección uruguaya del Servicio Paz y Justicia (SERPAJ) que da apoyo a los familiares de los desaparecidos y reclama el retorno a la democracia y la liberación de los presos políticos.

Es procesado en 1982, por su artículo El guerrero y la paz publicado en La Plaza, en el que afirma que una persona que fue entrenada militarmente para matar es la menos indicada para dirigir una sociedad civil, porque no está capacitada para buscar y encontrar modalidades de paz y conciliación social.

En 1984, Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz 1980, le ofrece la coordinación latinoamericana del SERPAJ; sin embargo, Perico Pérez Aguirre no acepta porque no quiere abandonar su hogar de La Huella.

Entre 1987 y 1989 integró la «Comisión Nacional Pro Referéndum», constituida para revocar la «Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado».

Autor de quince libros editados en varios idiomas, ensayos en teología, derechos humanos, pedagogía. Ejerce el periodismo en numerosas revistas y periódicos nacionales e internacionales. Fue conferencista internacional en instituciones académicas y privadas de numerosos países. Por su lucha en la defensa de los derechos humanos recibió numerosos premios internacionales y distinciones.
En el año 2000, madres y familiares de detenidos desaparecidos lo proponen para integrar la Comisión para la Paz que el presidente Jorge Batlle acababa de crear. Presidida por el arzobispo Nicolás Cotugno, también la integraron los abogados Carlos Ramela, Gonzalo Fernández, José Claudio Williman y el dirigente sindical José D’Elía.

Hoy su mensaje continúa vigente, dejamos aquí uno de sus textos para la reflexión.

SI DIGO EDUCAR PARA LOS DERECHOS HUMANOS