Serpaj Chile quiere recordar hoy, en el aniversario de su natalicio, al padre Alfonso Baeza, popularmente conocido como el «curita de los más pobres», aunque nos dejó en 2013, su legado permanece vivo en nuestra misión formando parte de nuestros personajes emblemáticos. Nuestros programas de intervención a nivel nacional llevan su nombre, a modo de conmemorar su lucha por los derechos humanos.

Compartimos un relato de Rafael Luis Gumucio Rivas que describe la labor de el padre Baeza

«El Padre Baeza era chico, rechoncho y con cara de pueblo, todo lo contrario de los pastores de “vacas gordas”, que visten sotanas de lujo y perfectamente planchadas por la servidumbre o por monjas serviles. A través de la historia se ha podido constatar la existencia de una Iglesia católica ramera de los ricos y otra, como la de Alfonso Baeza, Esteban Gumucio, Mariano Puga, José Aldunate, Felipe Berríos, y otros menos conocidos, que han dedicado su vida a la misión evangélica y a vivir entre los pobres y, sobre todo al servicio de la justicia social y de los derechos humanos.

Baeza se caracterizaba por traer a lo cotidiano la idea sencilla de que el cristianismo, en su mensaje de igualdad entre los hombres, sólo puede desarrollarse en plenitud en medio de los pobres, a imitación profunda de su Maestro.

En un Chile actual, consagrado al dios del dinero, y en una Iglesia que anda más preocupada de los genitales, tanto masculinos, como femeninos, de combatir con todo su poder el matrimonio igualitario, de condenar más que acoger a los seres humanos, de atesorar riquezas e, incluso, vivir en la opulencia, un cura como Alfonso Baeza, que rompe esquemas y consagra su vida a los pobres y a los trabajadores, no pega mucho un mundo en que lo único importante es el éxito y el dinero de unos pocos, sobre la mayoría, que vive en condiciones indignas.

Baeza murió como a la mayoría de nosotros nos gustaría “pasar al otro mundo”, durante el sueño y sin siquiera darnos cuenta. Recuerdo cuando acompañamos a enterrar a un buen amigo mío, Nelson Souci, y recorríamos con Baeza y otros amigos el Cementerio General con el objetivo, además, de visitar las tumbas de nuestros parientes, él, con toda sencillez, nos mostró la de sus padres y hoy, se encuentra entre los suyos, que le han precedido.

La Iglesia de Alfonso Baeza estuvo inspirada en Juan XXIII y la doctrina del Concilio Vaticano II, como también en las Conferencias Episcopales de Medellín y Puebla, que trazaron una verdadera opción por los pobres y los derechos humanos. En Chile fue la Iglesia del Cardenal Raúl Silva Enríquez que, en plena dictadura, se constituyó en “la voz de los sin voz”, y Baeza fue una persona fundamental no sólo en la defensa de los perseguidos por la tiranía, sino también en el compromiso del cristianismo con los trabajadores en la promoción de sus derechos y de su dignidad.

Hoy es más difícil encontrar en la Iglesia católica a curas que viven con los pobres y que se transforman en uno de ellos, aun cuando por origen familiar hayan pertenecido a la burguesía o a la aristocracia. Tuve la suerte de ser testigo de esta identificación de algunos hombres consagrados en verdaderos pobres, por ejemplo, en el caso del tío Estaban Gumucio, que es muy similar al de Alfonso Baeza; recuerdo que cuando Esteban visitaba mi casa “olía a pobre” lo cual, a la larga, constituye una esperanza de que al fin Cristo pertenezca a los pobres y se identifique con ellos, y no lo conviertan en un “ginecólogo”, cuya única misión sea la del vigilar y condenar el actual de la gente en su vida sexual, sin tener en cuenta que los verdaderos pecados son la avaricia, la codicia, la soberbia, el robo de los bienes y del esfuerzo de los trabajadores y, en general, de todos los pobres del campo y la ciudad.

El evangelio de Baeza no se basa en “Sodoma y Gomorra”, como ocurre con ciertos derechistas, sino en la práctica de las Bienaventuranzas, la parábola del joven rico, la del Buen Samaritano, la del rico Epulón y Lázaro, y otras enseñanzas de Jesús sobre la igualdad, fraternidad y solidaridad entre los hombres.

Voltaire, buen alumno de los Jesuitas, pensaba que la religión podría ser muy útil para mantener a los campesinos y pobres bajo el dominio de una minoría, que debería manejar a una mayoría de ignorantes y miserables, pero sacerdotes como Alfonso Baeza, y tantos otros consagrados y laicos que viven entre los pobres, desmienten esta cínica visión de este filósofo, del Siglo de las Luces, que anticipaba la concepción de la religión como “opio del pueblo”, de Karl Marx.» Rafael Luis Gumucio Rivas

Algunas frases emblemáticas de Alfonso Baeza

Pedir perdón es un avance, pero no basta con eso, sobre todo si son personas que han tenido y que tienen la posibilidad de hacer una acción concreta, como por ejemplo, si alguien sabe, o supo, o estuvo en momentos en que se torturaban personas o grupos y sabe que desaparecieron, si pide perdón está bien, pero si no hace nada para reparar el daño, me parece que no es una cosa correcta”. (sobre el perdón que pidió la Iglesia Católica frente a los 40 años del Golpe de Estado)

Yo creo que el legado del Pierre es, en primer lugar, la búsqueda de la coherencia entre lo que se predica y se vive, pero no una coherencia por conveniencia mediática o política, sino que de fondo”. (sobre el legado del padre Pierre Dubois)

Los pobres no son pobres porque Dios quiera, es porque hay injusticia”

Me parece que con los errores que se han cometido, el maltrato que han recibido no sólo en este caso, sino que también los comuneros mapuche, a esa gente hay que pedirle disculpas. Quién les paga todo el tiempo que perdieron y el mal que sufrieron” (sobre los imputados del caso Bombas)

Estimé indispensable estar cercano a las vivencias de los obreros y pobladores; de sus condiciones de trabajo; de sus dificultades y anhelos” (sobre su decisión de irse a vivir a la población José María Caro)

Nuestra tarea era ayudar a la reorganización sindical y con ello la Iglesia creció en legitimidad entre trabajadores que a veces sentían que la Iglesia estaba más cerca de los ricos. Uno de los frutos del trabajo de esos años fue mostrar que en los tiempos actuales no se puede hacer una evangelización verdadera sin preocuparse de materias como la explotación de los trabajadores” (sobre la labor de la Vicaría de Pastoral Obrera)

Esto (aplicar la Ley Antiterrorista) se hizo en tiempos de la Concertación, tanto que la han criticado, pero ¿quiénes se oponían a eso (a modificar la ley)? Los mismos que hoy están gobernando” (sobre la aplicación de la Ley Antiterrorista a mapuches).

La Ley Antiterrorista se opone a la verdad, la justicia y los derechos humanos

Hay un interés mediático de presentar como descubierta la causa de bombas, que lo hizo el fiscal Peña con pruebas y argumentos que son falaces y débiles, tan débiles que los han rechazado” (sobre el caso Bombas)

Para ser sincero, me da risa, porque es tan inexacta y este señor Chadwick sabe que es inexacta. Yo nunca he defendido el terrorismo ni a los terroristas ni los homicidios, pero sí he reaccionado desde mi papel de sacerdote para defender los derechos violados de trabajadores, sindicalistas, pobladores y presos y presas en las cárceles, y siempre he estado en esa línea” (sobre la afirmación del ministro Andrés Chadwick de que el padre Baeza era un sacerdote “defensor de extremistas y terroristas”)